Buenos Aires, una ciudad acostada en el diván





Series de televisión, éxitos literarios, consultas por internet y varias obras en cartel sobre los vericuetos del inconsciente atrapan a la clase media porteña, que acude en masa a los miles de discípulos de Freud y Lacan en Buenos Aires, llamada capital mundial del psicoanálisis.
"A los porteños es más lo que nos gusta hablar, que lo que nos gusta escuchar; por eso alguien que trabaje de escuchar, tiene éxito", dice a la AFP el psicoanalista Marcelo Peluffo, de 61 años, al evaluar una de las causas del auge del psicoanálisis en Buenos Aires, donde hay un psicólogo por cada 120 habitantes.
La charlatanería, la supuesta extraversión, el perfil nostalgioso que abreva en el tango, los problemas de la gran ciudad, así como las oleadas de inmigración desde Europa, cuna del psicoanálisis, se combinan para que los porteños se hayan transformado en apetecible "carne de diván", según los expertos.
"La nostalgia europea de los orígenes, la nostalgia del pensamiento, esa reflexión dolorosa que se nota en el tango, quizás coincidieron en esa búsqueda que permite el psicoanálisis", explica a la AFP Andrés Rascovsky, presidente de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA), que con 1.200 miembros, es una de las más grandes del mundo.
Peluffo, por su lado, sostiene que también genera un marco propicio el malestar y sufrimiento que causan las grandes ciudades como Buenos Aires, de tres millones de habitantes, con su propio sello de "polución hablante". "El psicoanálisis está tan presente en Buenos Aires porque la ciudad hace sufrir, entonces la combinación de un charlatán con un sufriente da un paciente de psicoanálisis", añadió en su consutorio del barrio de Palermo, cerca de Villa Freud, una zona conocida con ese nombre porque abundan los consultorios terapeúticos.
En Argentina, hay más de 50.000 psicólogos de distintas corrientes, lo que equivale a un promedio de un profesional cada 690 habitantes, tres veces más que en Estados Unidos, según la APA. Pero en Buenos Aires la cifra es aún más contundente: hay uno cada 120 porteños. Además, en la capital existen unas 200 instituciones de formación.
Esa popularidad se ve reflejada también en muchas obras de teatro o en programas de televisión. "Acaba de concluir la tira (televisiva) 'En terapia', lo que le brinda al público una posibilidad de identificación", apunta Rascovsky, en cuyo consultorio sobresalen cuernos de ciervos colgados en la pared, considerados símbolo de sabiduría y conexión con el cielo, o sea, con el mundo del espíritu.
La profusa oferta teatral de Buenos Aires presenta a sala llena, y desde hace varios meses, obras como 'TOC, TOC', sobre seis personas que sufren de Trastorno Obsesivo Compulsivo, la comedia 'La última sesión de Freud', e incluso el musical 'Casi normales', sobre la muerte de un hijo y cómo repercute en la familia.
"A estas obras les va muy bien porque la gente se identifica con algo que supuestamente no ve cotidianamente, pero que está latente en todos", dice a la AFP, Florencia Otero, de 22 años, una de las protagonistas de 'Casi normales'.
"Sí", contestaron a coro la mayoría de los actores consultados sobre si se psicoanalizaban, minutos antes de comenzar la función. "La terapia es una herramienta más para el actor, así como es necesaria para su salud personal. Mi maestro me decía 'Cuánto más se conozca, mejor actor será'", añade Mariano Chiesa.
Los celos, el deseo y la infidelidad son los temas centrales del libro 'Encuentros', del psicólogo Gabriel Rolón, que encabezó la lista de ventas durante varias semanas en las librerías de Buenos Aires. Alejado de las obras de autoayuda, Rolón ha popularizado el psiconálisis en la literatura con otras obras de éxito, como 'Los padecientes' e 'Historias de diván'.
La terapia psicoanalítica ya no es sólo algo propio de la clase media intelectual de la capital argentina, sino que se ha extendido a sectores populares que acuden a sesiones en los servicios de salud de los sindicatos, mucho más accesibles que los 200 pesos (35 euros ó 43 dólares) de media que se pagan por una consulta a nivel privado.
"En otros países donde hubo importantes movimientos psicoanalíticos, como en Francia, no existe el fenómeno de que el taxista piense en analizarse o que me llame un amigo para que le recomiende un analista para su mucama", señala el profesional, hijo de Arnaldo Rascovsky, uno de los psicólogos pioneros en Argentina.
El titular de la APA apela a las anécdotas para describir la masiva propagación del psicoanálisis en Buenos Aires. "Durante un congreso internacional que se hizo en Buenos Aires una pareja mexicana invitada se dirigía en taxi al hotel donde sesionaba y el taxista les preguntó: '¿Saben quién fue elegido presidente de la asociación?'", relata Rascovsky.
Difícil encontrar entre los habitantes de clase de media de la capital argentina a alguien que no haya visitado a algún psicoanalista, muchos de ellos con notables récords de años de tratamiento. Vera Czmerinski, actriz y periodista, de 40 años, cuenta a la AFP que lleva dos décadas intentando encontrarse a sí misma. "La terapia me sirve para saber cuánto puedo seguir, sin que me duela la vida", afirma con giro tanguero.